jueves, 15 de noviembre de 2012

Amor a nuestro pueblo


(Síntesis de un texto recién leído) 

Preguntados los españoles, una gran mayoría no parece estar muy conforme con lo que se viene llamando “la clase política”. Pero si reflexionamos con sensatez, tendremos que aceptar que nuestros políticos no son extraterrestres llegados en naves espaciales a esta sufrida España. Nuestros políticos son españoles salidos de la masa de los ciudadanos españoles; por tanto, habrá que analizar por qué los españoles somos como somos y por qué nos comportamos, llegada la ocasión y sálvese quien pueda, como se comportan esos políticos que criticamos y seguro que con razón.

Lo primero: el ansia de hacerse ricos, en cantidad y con permanente seguridad en cuanto se roza, por poco que sea, el poder político: lo mismo desde concejal de ayuntamiento que de ministro, pasando por todos los escalones superiores o inferiores o intermedios que queramos imaginar en el entramado del poder. Esa ansia de riqueza, de hacerse ricos, seguro que es consecuencia de un desafío de pobreza que nuestra tierra padece, tanto por su clima como por conformación física.

Nos enfrentamos a una agricultura seca, seca o atormentada con diluvios puntuales, que disuaden a muchos de ser agricultores atormentados por mercados que dominan las multinacionales. No acabamos de comprender el drama que suponen nuestros ríos, secos con el estiaje. Nuestra geografía, atravesada tan ásperamente por cordilleras que no unen sino que dividen. Esas divisiones del terreno han creado mentalidad de tribu, de ser enemigos de los del otro lado, aparte de luchar por el agua o por la escasa tierra que pueda ser del uno o del otro. La mentalidad de división y de lucha por la vida contra “los otros” ahí está.

Pero quizá el toque radical y definitivo de nuestros males esté en nuestra pavorosa falta de cultura, sálvese quien pueda, diremos de nuevo. Es el reconocimiento profundo y activo de toda la trayectoria en la aventura del fenómeno humano; significa conocer la historia y lo que cada civilización ha supuesto, de bueno y de malo, en ese proceso de la marcha y evolución del hecho humano.

Reconocer la tarea incesante en la búsqueda de la verdad y en el hallazgo, por la mente humana, de lo que sea la realidad del cosmos y del ser en la sabiduría griega. Y también reconocer el valor de la autoridad organizada y la búsqueda de lo mejor para la sociedad, en la ley romana. La cultura es reconocer lo que a través de los siglos, han pensado y sentido con dolor y esperanza los mejores europeos, los mejores españoles. ¿Soluciones? Trabajar para comunicar honda cultura a nuestro pueblo: la trascendencia espiritual que comienza en Israel, la búsqueda científica de aquella Grecia, el respeto al orden organizador de aquella Roma. Amor sobrenatural y natural a nuestro pueblo.